Roberto tenía 30 años con una vida normal, como la de muchos hombres de su edad, trabajaba en lo que le gustaba, salía con sus amigos, y tenía una mujer fantástica, Lucía. Trabajaba como arquitecto porque le encantaba el estudio y el arte de la construcción, adoraba su vida y su trabajo. Uno de sus hobbies favoritos era correr por un parque cerca de su casa. Todo esto era su vida.
Un día sin saber por qué empezó a sentirse mal físicamente, desde ese día todo su mundo cambió. Él aún lo recuerda por lo que significó, era un 15 de abril de 2002 cuando le diagnosticaron que tenía un principio de esclerosis múltiple. Según le contó el médico se trataba de una enfermedad que afectaba al sistema nervioso del cuerpo, llegando un momento que los nervios no pueden trasmitir las órdenes del cerebro y por lo que se paraliza parte del cuerpo si no todo. Desde ese momento la vida de Roberto cambió por completo. Pero no sólo su vida, sino también su carácter y su relación con los demás. Su carácter se agrió y empezó a ser una persona muy poco sociable. No podía asumir su incapacidad, pero se podía entender pues no podía moverse casi, la enfermedad en poco tiempo había evolucionado muchísimo y ahora iba en silla de ruedas, para la mayoría de cosas necesitaba la ayuda de alguien…todo era muy difícil de llevar para él. Pero no sólo para él, su mujer no sabía qué hacer para ayudarlo a superar tan difícil problema. Su relación día a día había empeorado pero para ella ahora él lo era todo. Intentaba pasar el máximo tiempo a su lado. Roberto, al principio, no valoró todo lo que ella hacía por él, la ignoraba. Pero durante unos días que ella tuvo que irse de viaje por razones de trabajo, vio todo lo que significaba para él tener a Lucía a su lado. Para él lo era todo, y sólo por ella tenía que luchar para salir de esa situación de rabia interior. Al volver Lucía, todo cambió y Roberto con su ayuda logró salir de esa situación y volvió a tener esa vida de antes llena de alegría, vitalidad y valor.
Gemma Casas
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