Concurs literari 2012, 1r premi: La Primera Nit


La primera nit


Sota la llengua blava dels llençols
Sense temps ni espera
La pell suada
era l’última frontera

Érem,
dos cossos nus,
i una carícia salvatge
i jo et respirava
i tu em respiraves
i el llit es desfeia
i des de ben endins
ens parlàvem

Una dansa de gemecs
Una sola ànima
Era de nit, i
l’habitació un secret
d’aquells que no es poden dir,
perquè no hi ha paraules

I de matí, l’home
que ha passat les hores mirant els somnis d’ella
pregunta:
Ma, sei stata prima con un disabile?*
I la dona li diu que mai
Que ella ha estimat un home
Un home que no arriba a l’armari dels cereals,
Un home que triga dues hores per dutxar-se
Un home que no té pessigolles als peus
Un home que camina assegut
Un home que camina

I la dona, desperta i blanca d’hivern,
somriu

Diu,
que ella ha estimat un Home.



 * Però, que hi has estat abans amb un discapacitat?


Autora: Alba Álvarez

Concurs literari 2012, 2n premi: Derecho de deshumanización


Derecho de deshumanización

Para Maribel, una acera con cierta altura puede ser un impedimento; pero lo supera con energías. Una regañina puede afectarle emocionalmente, pero lo combate con una sonrisa que aplaca al más gruñón. Una conversación compleja puede parecerle ininteligible, pero no se achanta, y se anima a discutir con su verborrea maribeliana, cuyo único argumento comprensible es que ella también merece atención.
            -Aquí no podéis entrar –susurra el regente del bar, contundente, mientras mira de reojo a Maribel y a sus compañeros.
            ¿Le insulto? ¿Le grito? ¿Le empujo? Me invade la impotencia, pero se impone el sentido común y ofrezco la mejor cara que puedo gesticular en el peor momento:
            -¡Que se les han agotado las existencias! ¡Vamos a otro sitio!
            Algunos miran con ojos inquisitivos hacia el interior del local, desconfiados. Otros, continúan charlando animadamente, siguiendo los pasos del grupo por inercia, sin ningún interés por conocer el motivo por nuestra nueva puesta en marcha. Maribel, ajena a todos los malos humos, corre hacia mí y me abraza. No es una muestra de cariño cualquiera: me apretuja, como si quisiera regalarme parte de la vitalidad que rebosa aun a su avanzada edad. Y lo consigue.
            -¡Un carrito de palomitas! ¿Quién quiere palomitas? –grito con entusiasmo.
            Y todos corren conmigo, con esa alegría tan genuina que les caracteriza. En mi memoria, no obstante, siempre sobrevolará esa sombra de quien estigmatizó a un colectivo como “retrasados”, sin darles ni una oportunidad para conocerles como personas.
            La intolerancia es, sin duda, el mayor obstáculo de Maribel.

Autora: Raquel Andrés